Consejos, estrategias y herramientas para acompañar a los niños en su bienestar emocional y desarrollo
En la actualidad el estrés es capaz de atrapar hasta a los más pequeños de la casa, cuando los padres, a veces sin darse cuenta, someten a sus hijos a tensiones no acordes con su edad.
El estrés es la respuesta del cuerpo cuando una persona tiene que enfrentar demandas ambientales superiores a su capacidad de tolerarlas y manejarlas. Para campear la emergencia, una zona del sistema límbico llamada hipotálamo, envía señales a las glándulas adrenales, para que produzcan cortisol y adrenalina (hormonas del estrés). Esta activación aumenta el estado de alerta para que la persona reaccione rápida y eficazmente.
Un poco de estrés nos ayuda a enfrentar retos y situaciones de crisis. Una vez terminada la emergencia regresa a la normalidad sin dejar secuelas.
Hay eventos más complejos que producen estrés mantenido. Cuando se produce una tensión continua y prolongada, se agotan las reservas del cuerpo, haciendo que la persona se sienta abrumada, exhausta y con el sistema inmunológico debilitado.
Niveles crónicamente elevados de cortisol pueden destruir las neuronas del hipocampo asociadas con la memoria y el aprendizaje (Vincent 1990). Ambientes familiares o escolares estresantes mantienen a sus miembros con niveles elevados de cortisol.
Hay dos tipos de estrés
El estrés como respuesta natural, que es aquél en el que el organismo activa mecanismos de defensa cuya misión es adaptativa y nos ayuda a preservar nuestra vida. En cambio, el estrés como amenaza percibida, aparece cuando se siente que hay peligro para la seguridad propia, y se percibe éste, como superior a su propia capacidad para hacerle frente.
El sufrimiento de niveles patológicos de estrés durante la infancia deja huellas en el cerebro infantil, que está en pleno proceso de maduración. Los niveles elevados de cortisol son tóxicos para el hipocampo (memoria). Además, como los niños asignan a las vivencias un tinte infantil, archivan estas memorias distorsionadas y, luego, las reeditan en situaciones de ansiedad, depresión, etc.
Posibles causas ambientales
Para la mayoría de niños la vida familiar o escolar no genera niveles de estrés patológicos, pero algunos sí viven situaciones abrumadoras diariamente, entre ellas:
Posibles causas internas: estructura del sistema límbico
Algunos niños tienen un sistema límbico frágil y disarmónico, con un termómetro muy sensible y poco resistente a situaciones estresantes.
Sistema límbico
Algo de nuestro estilo funcional del sistema regulador del estrés nos viene del bingo genético. Hay familias que presentan mayor predisposición a tener fragilidad del sistema límbico. A eso se suma el encuentro madre–hijo en los momentos de la lactancia, que ayuda en la conexión límbica, si es pertinente. La negligencia de la madre al ocuparse de otras cosas a la vez de dar de lactar, afecta el despertar afectivo de manera importante.
El estrés crónicamente mantenido y en ausencia de la amortiguación del adulto contenedor, puede provocar efectos devastadores en el psiquismo, afectando la arquitectura cerebral y dejando secuelas sobre su armonía funcional.
Señales de estrés en niños
El llanto demasiado intenso, prolongado y frecuente en bebés, puede darnos signos de alerta de un niño que está presentando disarmonía en el funcionamiento del sistema límbico. Si se comprueba que el origen del malestar no es orgánico, podemos afirmar que estas molestias son la forma en que el estrés se hace visible en el cuerpo.
Revisemos nuestra colaboración
A muy temprana edad los niños están sometidos a grandes tensiones, por ello, muchos muestran signos de estrés patológico. Desde muy pequeños los sometemos a exigencias y retos tal vez no acordes con su naturaleza. Los rodeamos de demasiados estímulos, exageradas exigencias y expectativas, a la vez que los dejamos en un intenso abandono afectivo. Muchos niños tienen demasiadas ocupaciones, y muy poco tiempo libre.
Estrategias para impermeabilizar al niño
1.- Asegurar que el niño duerma suficiente
2.- Programar un equilibrado horario de actividades físicas
3.- Enseñar a relajarse
4.- Exponerlo gradualmente a problemas reales y enseñarle a enfrentarlos
5.- Resistir el impulso de rescatarlos de problemas
6.- Enseñarles a hablar consigo mismos rebatiendo creencias
7.- Enseñarles a recuperarse y filtrar situaciones críticas
8.- No escolarizarlos demasiado temprano, y en un nivel desacorde con su nivel maduracional
9.- Escoger bien la institución educativa en la que, de ser posible, no haya profesores con métodos talla única, evaluaciones escritas como único método de comprobar conocimientos, demasiadas tareas, poco respeto a diferencias en estilos de aprender, maestros insensibles, presiones de compañeros, etc.
Reflexiones finales
Este es el momento de replantear caminos. Lo que estamos ofreciendo a nuestros niños, no parece estar dando el resultado esperado. Recuperar la familia y reformar los sistemas educativos puede ser un primer paso para bajar el estrés infantil.